La fascinación por la idea de tener dos identidades ha existido durante milenios. Sin embargo, fue en el siglo XIX cuando el psicoanalista Sigmund Freud popularizó el concepto de «alter ego». Para Freud, el «yo» era una colección de distintos estados de conciencia, y aunque hoy en día el término ha evolucionado, sigue describiendo esa segunda identidad que es diferente a la que usamos en el día a día.
Cada alter ego, al igual que nuestra identidad principal, es única. Tiene su propia historia, su propia personalidad, y sus propios rasgos. Y, lejos de ser simplemente un disfraz, un alter ego puede ofrecernos algo más profundo: la libertad de ser una versión de nosotras mismas que quizás el mundo cotidiano no nos permite mostrar.
El alter ego como herramienta de escape
Un alter ego puede ofrecernos una vía de escape de nuestras propias limitaciones. Amrou Al-Kadhi, guionista y artista drag británico-iraquí, creó a «Glamrou», un personaje que le permite sentirse segura y poderosa en el escenario. Amrou sufre de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), una condición que describe como una «prisión cerebral». Pero cuando sube al escenario como Glamrou, encuentra alivio: es una experiencia que la saca de su mente y le permite sentirse presente, conectada y fuera de sus problemas.
El caso de Amrou demuestra cómo el alter ego puede ayudarnos a escapar, al menos temporalmente, de nuestros propios miedos e inseguridades. Glamrou no es solo una forma de entretenimiento; es un espacio donde Amrou puede ser su versión más auténtica y liberada.
Mejorar el desempeño con un alter ego
No solo las artistas encuentran valor en los alter egos; también las atletas y profesionales de alto rendimiento lo utilizan para mejorar su desempeño. Todd Herman, quien ha trabajado con atletas de élite, ha ayudado a muchas de ellas a crear y canalizar alter egos para mejorar su juego mental. Él mismo usó esta técnica cuando era joven y aspiraba a ser un gran atleta, pero no se sentía físicamente capaz. Al adoptar el alter ego de «Jerónimo», pudo jugar con mayor confianza y fuerza.
Incluso grandes deportistas como Rafael Nadal utilizan esta técnica. Nadal, conocido por ser amable y humilde fuera de la cancha, se transforma en «un asesino absoluto» en el terreno de juego. Este cambio mental le permite superar sus propias dudas y alcanzar niveles más altos de rendimiento.
Liberar el poder creativo
Los alter egos no solo son útiles en el deporte; también pueden ser una herramienta para liberar la creatividad. Robbie Williams, por ejemplo, adopta un personaje cuando se sube al escenario, lo que le permite actuar con mayor confianza y liberar una energía creativa que quizás no emergería de otra manera. Como él mismo dice, «Robbie Williams es como un superhéroe; es mi alter ego». Fuera del escenario, es Robert Williams, un padre dedicado, pero cuando necesita deslumbrar a una multitud, se convierte en Robbie.
Beyoncé también habló públicamente sobre su alter ego, «Sasha Fierce». Sasha era la encarnación de la valentía y la ferocidad que Beyoncé necesitaba para dominar el escenario y superar sus nervios. Esta versión de ella misma le daba la confianza para enfrentarse a grandes multitudes y conquistar sus miedos.
El «efecto Batman» y el poder del autodistanciamiento
La técnica del alter ego no es solo para el espectáculo. El profesor Ethan Kross de la Universidad de Michigan ha investigado cómo adoptar un alter ego puede ayudarnos a gestionar el estrés. En uno de sus experimentos, a las niñas se les pidió que resolvieran tareas difíciles fingiendo ser personajes como Batman o Dora la Exploradora. Aquellas que adoptaron el alter ego de un superhéroe persistieron más y se frustraron menos.
Este fenómeno, que Kross llama «el efecto Batman», se basa en una técnica de «autodistanciamiento», donde las personas pueden crear una distancia psicológica entre sus problemas y sus emociones, facilitando el enfoque y la resolución de conflictos.
La integración del alter ego
Para algunas mujeres, el alter ego comienza como un personaje separado de su identidad principal, pero con el tiempo, puede convertirse en una parte integral de quienes son. Esto le sucedió a Amrou, quien inicialmente usaba a Glamrou como una forma de diferenciar sus identidades. Con el tiempo, sin embargo, se dio cuenta de que todas las partes de sí misma, incluida su identidad queer y árabe, podían coexistir en armonía dentro de Glamrou. «Glamrou soy yo», dice Amrou, señalando que ya no es un alter ego, sino una manifestación de su verdadero ser.
Un caso similar es el de Beyoncé, quien en 2010 «mató» a Sasha Fierce, declarando que ya no necesitaba ese alter ego. Sasha la ayudó a convertirse en la persona que es hoy, pero una vez que esa transformación se completó, Beyoncé se sintió lo suficientemente fuerte para ser ella misma en todo momento.
Reescribiendo nuestras historias con un alter ego
Crear un alter ego puede ser una forma poderosa de reescribir nuestras propias historias. A través de este proceso, podemos desafiar las limitaciones impuestas por nosotras mismas o por la sociedad, y descubrir lo que realmente somos capaces de lograr. Un alter ego nos permite explorar nuestras inseguridades y superarlas, brindándonos una nueva perspectiva y una mayor confianza en nuestra capacidad para actuar, crear y vivir como nuestra versión más auténtica.
Tener un alter ego puede ser una herramienta increíblemente empoderadora. Nos ayuda a conectarnos con partes de nosotras mismas que quizás no siempre mostramos al mundo, ofreciéndonos la oportunidad de ser más audaces, creativas y libres. ¿Quién no querría experimentar eso?
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